¡Resucitó!

En su radicalidad y su grandeza, la Semana Santa es un reflejo de nuestras historias. En lo más especial, y en lo cotidiano. En las pequeñas y grandes decisiones¡Resucitó! que nos llevan a ser quien somos. Porque constantemente estamos eligiendo caminos, cómo usar el tiempo, qué palabras decir y cuáles callar, a quién dar cancha en la vida o no. Por eso, ojalá elijamos la vida. El camino de Jesús es paradójico. Muchos podrían pensar que se equivoca. Que si calla, si otorga, si elige crear menos polémica, si es prudente, si no va a Jerusalén, o si una vez allí acepta la mano que le tiende Pilatos… entonces seguirá vivo. Y por lo mismo, podrá hacer el bien. «¿Qué vas a ganar con eso, Jesús?, solo conseguirás que te maten» podría muy bien ser el comentario de alguno de sus más cercanos. Pero en su decisión hay una opción y una apuesta por la vida. No por una vida mediocre, sino por una vida vivida desde la libertad, la justicia y la búsqueda de la verdad. La resurrección de Cristo contiene la promesa de que nosotros mismos podremos experimentar la resurrección en forma palpable, que se manifiesta en una vivencia renovada del amor a Dios y al prójimo, la gracia necesaria para perdonar y la fuerza espiritual para llevar una vida consagrada a Dios.

(Texto parcialmente tomado de http://www.pastoralsj.org)

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